Postura de PAS

Escrito el 10/06/2022
Federico Pérez Castillo


por Federico Pérez Castillo.

La postura clásica de PAS comprende tres elementos: 

  1. Permanecer sentados cómodamente con la espalda y la cabeza rectas, y los ojos cerrados.
  2. Realizas dos o tres respiraciones normales y después una profunda y sostenida, conteniendo el aire dentro de los pulmones por el mayor tiempo posible; la exhalación siempre será por la nariz, y
  3. Colocar la palma de la mano derecha a la altura de la zona del corazón y sobre ella la mano izquierda, tratando de sentir que nos estamos tomando a nosotros mismos, que establecemos contacto con nosotros mismos.

Ahora bien, dado que se permanecerá en esta postura al aplicar las técnicas mentales, por un tiempo promedio de 12 minutos, es necesaria la comodidad para evitar distracciones producidas por molestias o dolores corporales. 

Al mantener la espalda y la cabeza rectas favorecemos que la información neurológica que circula por la médula espinal hacia los órganos internos, los músculos, la piel, sea de la manera más conveniente, con el fin de lograr una buena interconexión sistémica del organismo. 

Al cerrar los ojos, se busca evitar los estímulos visuales externos que también suelen distraer la atención y dificultar el contacto con nosotros mismos. 

Si conservamos estables estas variables, será más probable lograr la atención puntual, fluida e interna que se requiere para trabajar en los complejos procesos y contenidos personales que se evocan en cada una de las técnicas mentales de PAS. 

Podemos preguntarnos: ¿qué sucede al realizar los procesos de respiración que implican dos o tres respiraciones normales, naturales y después una prolongada y sostenida? Por investigaciones recientes, se sabe que al realizar la respiración profunda y sostenida se libera dopamina; esta hormona estimula la zona prefrontal izquierda del cerebro, región neurológica que se encarga de crear nuevas visiones y percepciones sobre la realidad interna y externa de las personas. Este tipo de contención respiratoria favorece que el sistema descendente de nuestro cerebro envíe esta nueva y exquisita información a los cerebros límbico y reticular, lo cual facilita modificar los rígidos y antiguos patrones perceptuales.

Por otro lado, también es sabido que la amígdala (estructura neurológica ubicada en el sistema límbico) se enciende también ante  amenazas imaginarias de un posible agente peligroso para la persona: al activarse, las glándulas suprarrenales y otras estructuras hormonales generan adrenalina, cortisol y catecolaminas. Cuando esto sucede, podemos responder innecesariamente defendiéndonos o atacando, huyendo o paralizándonos. Este mecanismo instintivo cuando la amenaza es real es el precursor de las tres emociones de autopreservación: ansiedad, miedo y tristeza. Al desbordarse por amenazas creadas en nuestra mente cualquiera de estas, o sus derivadas, nos vemos incapaces de tener atención adecuada, pensamientos claros, neuropertinentes y obviamente, tampoco somos capaces de tomar buenas decisiones.

Las cantidades extras de estas hormonas en el cuerpo y en la mente pueden explicar la presencia de emociones altamente perturbadoras percibidas, sobre todo, en la zona del plexo del corazón. En esos instantes, el sistema ascendente, fue el encargado de enviar la información de la posible amenaza al equilibrio siempre asociada (una serie de respiraciones cortas y agitadas) al momento del trauma. Por ello, al realizar dos o tres respiraciones normales, naturales, asociadas a los contenidos mentales y emocionales altamente perturbadores que se trabajan, se logra que tales contenidos se procesen por los cerebros límbico y reticular de manera muy diferente a la original.

Esta información neurológica, química y conceptual es enviada a la zona prefrontal derecho del cerebro, que la procesa como emociones perturbadoras y regresa esa información por la guía descendente a los sistemas límbico y reticular.

Los ciclos de respiraciones normales logran que la información originalmente perturbadora se envíe ahora de manera diferente hacia la parte prefrontal izquierda del cerebro, es aquí en donde las respiraciones profundas y sostenidas permiten que la información nuevamente baje de manera ampliada, ordenada y contenida a los sistemas límbico y reticular. Los ciclos de respiraciones de PAS, mínimos de ocho minutos, de ida y vuelta, logran que las nuevas percepciones se instalen poco a poco en las personas que sufren, como nuevas pautas emocionales y conductuales que tienden a volverse automáticas y espontaneas.

De esta forma, expuestas someramente ambas guías ascendente y descendente se armonizan con nuestros tres cerebros (reticular, límbico y neocorteza cerebral) a través de este específico proceso respiratorio, favoreciendo, en muchos casos y a mediano plazo, que los códigos de respuestas reactivas, involuntarias e inconscientes vayan extinguiéndose.

Para alcanzar este resultado, sin embargo, son necesarios el adecuado procesamiento emocional y la plena atención, coordinados con decisiones más pertinentes. Es precisamente la ínsula, estructura neurológica que se encuentra en la parte profunda de la cisura de Silvio, la encargada de coadyuvar con estos complicados procesos.

En cuanto a las manos, al colocar la palma de la derecha a la altura del corazón y la mano izquierda sobre esta y sentirnos a nosotros mismos, favorecemos una mejor atención propioceptiva de esa zona. Este tipo de conexión más sentida con nosotros mismos potencia que la ínsula logre una mejor nitidez y precisión de las complejas experiencias que se están trabajando al aplicar las técnicas mentales de PAS. A esto es lo que nosotros llamamos autoconciencia. Entre más se estimula la ínsula, más grande será su tamaño y mayor autoconciencia tendremos.

Con esta posición de las palmas de nuestras manos, suceden al menos siete diferentes procesos:

1) Nos damos cuenta de que algo está pasando en nuestro interior.

2) Sentimos emocionalmente lo que sucede dentro de nosotros.

3) Aceptamos como nuestro lo que estamos experimentando.

4) Aminoramos las aflicciones emocionales y con ello las excesivas hormonas distractoras de nuestro sistema inmune. 

5) Reconocemos si nuestras decisiones son acertadas o no.

6) Accedemos a mejores estados emocionales y conductuales, tanto en lo personal como en el nivel interaccional.

7) Alcanzamos a sentir paz interior. 

En síntesis, al mantener la postura y aplicar las técnicas mentales de PAS podemos acceder a nuestra propia sabiduría intuitiva.