Nuestro cuerpo está en donde está, aquí, pero nuestra mente no se encuentra cabalmente ubicada en un lugar ni tiempo precisos. Muchas veces vaga sin control por otros escenarios, a veces de manera burda, a veces sutilmente. No tenemos plena alineación de cuerpo y mente en lo que realizamos en cada momento.
Pero cuidado con la rigidez. Si bien una mente no alineada y errática —como nos recuerda Daniel Goleman en Emociones destructivas— puede disminuir nuestra concentración en la tarea que ejecutamos, también es cierto que parte del tiempo funciona al servicio de la resolución de problemas importantes. Una mente no dirigida genera escenarios imaginarios futuros, incuba el pensamiento creativo, reflexiona sobre ideas complejas y flexibiliza la atención, dándole un descanso reparador al circuito encargado de la concentración.
Pero si sufrimos por las distracciones que nos producen las emociones destructivas, podemos entrenar la conciencia y la voluntad para integrarnos al tiempo y lugar precisos en los que estamos. Es decir, evitar que nuestra mente ascendente continuamente reaccione (sin poder decidir) a lo que no está sucediendo en ese momento. Y es que el sistema ascendente del cerebro está formado por neuronas del tronco del encéfalo, cuya función principal es el mantenimiento del sistema de alerta. El sistema reticular envía proyecciones a la corteza cerebral. En muchas ocasiones es difícil evitar que la mente reaccione, porque nuestro sistema límbico está habilitado para alterarse o divagar. Entonces, regresar a la concentración resulta complicado.
Por eso es doblemente difícil tomar decisiones cuando estamos bajo presión. Sentimos que no tenemos tiempo; los estímulos externos e internos que no tienen una base real estimulan la amígdala y las emociones aumentan de manera considerable y exagerada.
Cuando no tengamos que responder con rapidez ni de forma automática y podamos elegir entre varias alternativas, lo mejor será optar por el principio ecológico de PAS, que comprende cuatro aspectos:
-
Intención pura: Aquella alternativa que tenga una intención libre de egoísmo, en la cual realmente los demás sean lo importante.
-
Visión a largo plazo: Cuando la intención es pura, podremos elegir, entre varias alternativas, aquella que sea la mejor a largo plazo y no la que nos atraiga por la inmediatez del resultado.
-
Bienestar general: Una vez aclarado esto, nos ayudará a tomar mejores decisiones priorizar aquella alternativa que sea buena para nosotros, buena para el primer implicado y buena para todas las demás personas que no están tan involucradas en el tema que nos ocupa.
Sin embargo, en muchas ocasiones, nuestra mente no está conectada con sus procesos creativos ampliados para proponer nuevas o mejores alternativas ante situaciones complejas y difíciles. Es ahí donde ayuda la activación del sistema ascendente del cerebro para soltar la atención rígida que, sin necesidad, utilizamos.
Una mente así posibilita una conciencia abierta y una intuición innovadora, en la que no existen juicios ni etiquetas. Es la receptividad máxima de la mente. Una vez que el concepto creativo surge, es importante capturarlo de manera puntual, concentrarnos y aplicarlo.
-
Alternativa viable: Si no logramos una visión clara en la cual la elección sea buena para todos, habremos de buscar que la opción elegida sea buena para nosotros, cuando menos aceptable para el primer implicado y tolerable para todas las demás personas que no están directamente relacionadas con la decisión.
El mundo corre, todos corren y yo también corro.
¿A dónde íbamos con tanta prisa el día de ayer? ¿A dónde vamos tan apresurados hoy e iremos mañana, si de todas formas vamos a llegar todos al mismo lugar?
El cuerpo está diseñado para obedecer a la mente. Si la mente no es clara, sana y precisa, tampoco lo serán el cuerpo, los brazos, las manos ni el resultado que deseamos.
William James, el precursor de la psicología en Estados Unidos, decía:
“La facultad de recuperar deliberadamente, una y otra vez, la atención errática es el fundamento del juicio, el carácter y la voluntad.”
Si logramos la plena atención no forzada y libre, estaremos más cerca de poder tomar decisiones siguiendo los principios ecológicos de una mente más respetuosa.